lunes, 23 de marzo de 2009

Escribiendo VI

El ejercico 33 de metatextos nos pedía continuar el siguiente párrafo...

Una mujer bella, del norte de África, toma un taxi en el hotel Ancira de Monterrey. Durante el viaje, la mujer no dice más que la dirección a la que se dirige: una mansión opulentísima en San Pedro. Se baja y un vigilante de traje y lentes oscuros sale a pagar por el viaje. Ya de regreso en el centro de la ciudad, el taxista escucha el timbre de un teléfono celular y se da cuenta de que la mujer dejó su bolso en el asiento de atrás. Toma el bolso, hurga un poco en él y el teléfono vuelve a sonar. Contesta instintivamente. Una voz dice: “Te vas a arrepentir”.

El texto enviado por su servilleta continúa de la siguiente forma...

•••

Ramiro despertó sobresaltado por aquel sueño recurrente. Sacudió la cabeza de un lado a otro, intentando avisparse por completo de una vez.
Dos o tres veces por semana lo asaltaban las mismas imágenes durante las horas del descanso. “Esta pesadilla terminará cuando se vuelva realidad”; pensaba el taxista… y ese era su mayor deseo.
Ya abandonado por su mujer y con sus hijos en otras latitudes, pocas razones le quedaban para disfrutar la vida. “Sólo me falta saber en qué termina el sueño para poder morir”; se decía.
Había imaginado un sinfín de continuaciones, no obstante, ninguna lo dejaba satisfecho. Creía que sólo la verdadera continuación, la de la vida real, tendría sentido… y además, tenía fe en que ocurriría. “Algún día, algún día…”

Ya habrán adivinado los lectores: ese día ocurrió.

El tercer cliente lo había abordado en el Estadio Tecnológico, para llegar a la Plaza Morelos. Terminado ese viaje, Ramiro no tuvo presentimiento ni sensación, simplemente se preguntó: ”¿por qué no?”; y tomó camino hacia el Hotel Ancira. Por enésima ocasión admiró la fachada –francesa, le había instruido su vecina– y embelesado como estaba en tal contemplación, por poco no se percata de aquella mujer que requería sus servicios. La reconoció enseguida. Siguió la cascada de sensaciones: piel de gallina, respiración alterada, sudor frío, semblante pálido…
Como en piloto automático, la unidad de taxi –un flamante Corsica ‘94– se detuvo frente a la africana. “Es más bella en sueños, pero es ELLA”; se dijo el conductor.
Cientos de veces había escuchado la misma dirección y cientos de veces había recorrido el camino a San Pedro; por primera vez, sería real.

Llegan al destino, el vigilante paga la tarifa.
“… y ahora, ¿qué?”

Suena el teléfono dentro del bolso, en la parte de atrás… contesta instintivamente… “Te vas a arrepentir”…

Ramiro sonríe.
•••

EL texto tuvo, en general, buena aceptación. Ya estoy preparando el ejercicio 34. Luego les cuento.


Hasta la próxima.

3 comentarios:

Donbeto dijo...

Ramiro debe emigrar inmediatamente a Cd Juárez.
Ja!
Me gustó el ejercicio.
Volveré
Abrazo

MNB dijo...

Hola, familia:
Vengo a saludarlos.

En la noche tengo más tiempo.

Beaos a todos.

esteban lob dijo...

Me hace gracia la interpretación de Donbeto. ¡Con todo lo que se lee al respecto!